Monday, September 26, 2005

La política y el desarrollo son enemigos: ¿Será posible una reconciliación? (arti-CULITO un tanto largo y serio)

Como algunos de Uds. saben, estoy trabajando en la elaboración de un plan de desarrollo para un cantón de la sierra norte del Ecuador. La piedra fundamental del proceso que estamos llevando a cabo es la participación todos los sectores de la población: ricos, pobres, hombres, mujeres, jóvenes, ancianos, agricultores, gente de servicios y gente de todas las vertientes políticas en la elaboración del plan. En la primer reunión que tuvimos con el alcalde, presentación que hicimos recalcó varias veces la importancia de tal inclusión. El alcalde dijo estar totalmente de acuerdo. Dijo que le interesaba mucho tal proceso por que lo iba a afianzar como líder y le iba a permitir conocer las percepciones y necesidades de todos los ciudadanos. Nosotros quedamos muy contentos con su reacción y con todo el apoyo que prometió brindarnos. De hecho al día siguiente, nos asignó dos asistentes que nos ayudaron implementar un diagnóstico antropológico, a sistematizar la información recopilada, a hacer una listad e participantes, a entregar las convocatorias, etc…
Realizamos las entrevistas a gente de todos los sectores y creamos una lista para convocar a toda esta gente a que participen en los taller en los que se diseñará el plan. Las asistentes del municipio se comprometieron a tabular toda la información y a entregarnos una lista de todos los encuestados y todos los invitados a los talleres en los que se elaboraría el plan. Nos enviaron la lista y nosotros se la entregamos al órgano que nos financia el proyecto ya que ellos debían redactar la convocatoria “oficial” y entregarla con su logo (el tema de los logos, créanlo o no, genera grandes trifulcas en el ámbito del desarrollo, las ONGs, los órganos de financiación, los gobiernos, etc…parecen mentira las cosas en las que se gasta la energía). A los pocos días me llama la persona de esta organización que nos financia para preguntarme si nosotros aprobábamos esa lista. Como no tenía las encuestas conmigo ya que las habíamos dejado en el municipio, le dije que sí, que nosotros habíamos encuestado a toda clase de personas y que la lista debería estar bien.
Al día siguiente, me llama la misma persona para decirme que dos de las cinco parroquias del Cantón se rehúsan a participar porque consideran que las listas están compuestas por solo los amigotes del alcalde y ningún miembro de la oposición o de otros sectores esta invitado. En pocas palabras que el proceso no sería representativo y por lo tanto no serviría para nada. Me llamó muchísimo la atención lo que me dijo. Nosotros habíamos hecho un esfuerzo por entrevistar a gente de la oposición y de tal forma representar la diversidad ideológica y situacional que existe en el Cantón. Al cortar, llamo a la persona del municipio y le pregunto si la lista que envió incluía los nombres de todas las personas que entrevistamos. Me dijo que sí muy convincentemente. Yo, preocupadísimo por la situación ya que se estaba por ir todo al demonio, me fui al norte al día siguiente a hablar con la gente de todas las parroquias para explicarles que nosotros, como técnicos consultores, no solo no pensábamos excluir a nadie sino que creíamos que era fundamental incluir a todos. También les dije que me parecía que el municipio había cambiado la lista. Les pedí que nos brindaran una lista de toda la gente que ellos consideraban que debían participar y que no habían sido convocadas. En ese viaje me encontré con un tipazo al que yo había entrevistado dos semanas antes y que tenía ideas excelentes y era un claro opositor del gobierno del alcalde. Le pregunte si había sido invitado. Me dijo que no. Ahí confirme mi sospecha: que el alcalde había editado la lista y había quitado a toda la gente de oposición y había agregado los nombres de los líderes que lo apoyan por eso el número de invitados hacía sentido. Al día siguiente volví a llamar a la señora del municipio y le dije el nombre de la persona a quien yo había entrevistado y que no aparecía en la lista. Ahí me confesó que el alcalde había cambiado la lista. En fin, gracias a dos viajes posteriores, creamos una nueva lista y ahora esta invitado todo el mundo. Veremos qué sucede en el taller.
Me enfurece que haya pasado esto. Uno se rompe el lomo llegando a todas las comunidades, levantando datos, diseñando una estrategia incluyente y una manera de facilitar el taller en la que la gente que piense distinto pueda tener discusiones constructivas y que aporten a la mejora de la calidad de vida de todos. ¡Que ira!
Por suerte las acciones correctivas que tomamos funcionaron y van a venir personas de todas las vertientes. Ahora enfrentamos otro problema. El alcalde se comprometió a financiarle el transporte a todos los participantes. Cuando vea que llega toda esta gente que él había excluido, no sé cómo va a reaccionar. Tal vez diga que no paga y nos boicotee no solo este primer taller sino todo el proceso. La gente de órgano que nos financia se comprometió a pagar el transporte de la gente si el alcalde se niega a hacerlo. Veremos qué pasa. Veremos qué cara pone el alcalde al ver toda esta gente.
El alcalde y el consejo cantonal se habían comprometido a utilizar el plan de desarrollo elaborado por la gente para determinar la estructura presupuestaria del año 2006. Espero que esto se dé.
Ahora, de la traba política y la traición por parte del municipio que acabo de describir, surge una incógnita importante: ¿pueden reconciliarse la política y el desarrollo? ¿Pueden trabajar juntas para mejorar la calidad de vida de la gente? ¿Podrán dejarse de lado las ansias de poder por un minuto? Para ello debe cambiarse la percepción del desarrollo que tienen muchos de los actores involucrados. Mucha gente ve al desarrollo como una herramienta política que se utiliza sobretodo en períodos de campaña electoral para conseguir votos. Por lo tanto el desarrollo a este nivel se concentra en todo lo que sean obras de infraestructura y se deja de lado toda la dimensión humana del desarrollo: la capacitación técnica, el fortalecimiento de las organizaciones de base, etc… La solución es sumamente compleja porque requiere un cambio de mentalidad y una transformación de las estructuras partidarias existentes (los partidos políticos y sus estrategias de reclutamiento y pago de líderes locales) que ponen intereses partidarios por encima del bienestar de la gente y explotan las necesidades monetarias de los líderes. En Ecuador, esto sucede en la izquierda y en la derecha por igual. La otra solución sería despolitizar completamente todos los procesos de desarrollo. Trabajar con la gente directamente y dejar de lado todas las instituciones políticas y sus inevitables trabas. Desgraciadamente, es imposible por razones legales y de legitimidad y más que nada por que la esfera política lo abarca todo. Hasta en las instancias más locales de gobierno, por ejemplo juntas parroquiales o cabildos comunales, los partidos políticos explotan las necesidades económicas de los líderes locales. Si un líder quisiera mantenerse independiente políticamente enfrentaría, sin lugar a dudas, serias dificultades debido a la desventaja económica que va a tener. Es decir, la incapacidad de financiarse una campaña y la imposibilidad realizar pequeños trabajos de infraestructura durante el período de campaña que va a tener.
Estos problemas son los “gajos del oficio”, como dicen algunos colegas. Hay que acostumbrarse y aprender a manejarlos. Hay que tener mucha cautela al hablar y negociar con políticos y hay que siempre esperar el puñal en la espalda. El ciudadano suele preferir que le den para mejorar su situación a que le enseñen cómo sobrellevar su situación. Una vez más emerge la vieja frase ONGera: “si una persona tiene hambre, es mejor enseñarle a pescar que darle pescado”. Desgraciadamente, la gente prefiere el pescado.
Lograr cambios de mentalidad en la gente y su liderazgo es el desafío más importante que está enfrentando el mundo del desarrollo en este momento. Es triste saber que ningún recurso está dirigido hacia este tema importantísimo porque es un concepto demasiado “blando” (intangible) y se aleja del lenguaje, las metodologías y los resultados que caracterizan a todos los organismos de desarrollo. Si un proyecto (o una organización gestora de un proyecto) no genera datos cuantitativos, pierde toda credibilidad y se condena a un futuro con serias dificultades económicas.
Por la plata baila el mono. Eso es seguro. El asunto sería pedirle al mono que cambie su baile.

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