Sunday, October 30, 2005

Nietzsche, música y otros


Fotos de los cuadritos que surgieron en el bajón en el que escribí la historia del suicidio en el Sur que espantó a varios de Uds.

Hace tiempo que no escribo en el blog. Primero que nada, gracias a todos los que me enviaron comentarios sobre la pequeña historia que escribí en el último posting. Y para todos los que se preocuparon por mi estabilidad psicológica, ¡¡Por favor!! Los que me conocen saben que soy la persona con menos perfil suicida del mundo. Fue algo que surgió en un bajón y los bajones son inevitables y hasta necesarios. Creo que la gente tiene que aprender a apreciar, a cabalgar y a reconciliarse los bajones emocionales. Esa es la vida y sólo estando en paz con esta parte oscura del alma se puede vivir en paz. No tener bajones es una enfermedad. Incluso, creo que de los bajones surgen las mejores expresiones artísticas del alma. El hombre necesita la tragedia en su vida. Comparto totalmente lo que decía mi amigo F Nietzsche –un gran sufrido- sobre el asunto. Para él, Sócrates fue el peor enemigo de la historia por que estableció una forma de pensar que negó el lado dionisíaco del alma-el sufrimiento, el instinto, el descontrol, la intoxicación- y exacerbó el lado apolíneo del alma –la lógica, la razón, el pensamiento linear-. Esta negación de una parte esencial del alma, según él, conforma la patología que padece la sociedad moderna. El ejemplo que utiliza es el nacimiento de la tragedia (como forma teatral – Sófocles, etc…) en contexto griego más próspero y pacífico. La sociedad creó representaciones teatrales de situaciones trágicas (Antígona, Edipo, etc…) por que el lado dionisíaco del alma lo necesitaba. Lo mismo sucede a nivel personal y la historia del suicidio en el Sur fue tan sólo eso; una expresión de mi lado dionisíaco. Además, creo que es sano ponerse en el lugar de gente que está pasando por momentos de vida extremos. Te ayuda a valorar lo que tenés, te saca del bajón y te deja reflexiones importantísimas.

A parte de eso todo muy bien por acá. Ando muy metido con el tema de la música. El jueves pasado estuve grabando un solo de teclados para una canción de funk escrita por mi amigo Lamine – productor de músico argelino con quien hemos entablado una excelente amistad - en uno de los mejores estudios de música del país. La canción es para una cubana que es presentadora de televisión en TV Amazonas a quien el Lamine le está produciendo un disco. La mina se está lanzando al estrellato. Va a hacer un videoclip y espera salir el año que viene. Quedó excelente el solo. La verdad que hasta yo me sorprendí con lo bueno que está. Me pasa una cosa interesante con ese tema. Yo siempre toqué piano clásico así que he tenido muy pocas oportunidades de escuchar lo que toco. Toco, escucho lo que toco en el momento de ejecutar y luego queda flotando perdido en el momento en el toqué. Creo que el estar grabando en estudio va a cambiar dramáticamente mi forma de tocar y de escucharme. Esta semana me voy a comprar un teclado. Ya me compré un programa de edición para la compu que cuesta 800 dólares por 2 dólares. Estoy con muchas ganas de empezar a editar mi propia música y grabar varias pistas con varios instrumentos. No veo el minuto de manejar bien ese programa. Creo que me voy al carajo –en el buen sentido, los yoruguas entenderán-. Quiero hacer música muy original y no dejarme comprar por los estándares del pop.

El trabajo va tranqui. Ayer y hoy terminamos el plan de desarrollo en Bolívar. Ahora estoy escribiendo un par de propuestas (una para PNUD y la otra para el BID). Además, me acaba de salir un contratito aparte con PACT para que haga la traducción simultánea (español a inglés) de una conferencia que estamos organizando para diciembre. Me van a pagar 200 dólares por día. La verdad que es un negoción para PACT y para mí. Una empresa de traducción les cobraría como 1000 dólares por día y yo me gano 600 mangos en 3 días. Después quieren que les traduzca los documentos que se generen así que les voy a cobrar un cacho más. Además, me parece que voy a empezar a darle clases de inglés técnico enfocado en temas de desarrollo a los compañeros de PACT. Eso me parece que va a ser un a linda experiencia que va a pagar bien. Algunos de Uds. saben que ya estoy dando clases de inglés en una universidad en Quito. Estoy dando inglés técnico para los estudiantes de la carrera de ciencias audiovisuales. Por ahora todo bien. El otro día les di el primer test. Les fue más o menos. Me parece que no estudiaron mucho así que van a tener que ponerse las pilas si quieren que les vaya bien. Es muy linda la experiencia de dar clases. Estoy muy contento aunque me pagan muy poco. Tán poco me pagan, que me da vergüenza decir cuánto, sobretodo después de vivir en USA.

Bueno compañeros, nos mantenemos en contacto y prometo escribir más seguido. Abrazos y besos según corresponda…

Monday, October 17, 2005

El bajón

Compañeros, ayer tuve un día medio bajoneado pero muy creativo. Hice dos dibujos de pasteles, a los que les sacaré unas fotos y las pondré en el blog, y escribí la siguiente historia: José - Suicidio en el Sur.
"Acordes de bandeoneón atraviesan su medula de neón, eléctrica y acústica, trayendo vientos del sur, tonos marinos y sombras portuarias. Negros y marineros entre baldosas rotas y pozos de agua rectangulares llevan sin saber las tonadas de esa región. Palmeras dobladas por el viento y bondis ciegos atravesando la sudestada. El café y el humo cobijan al alma sureña mientras sus gaviotas bajan a tierra mojadas de melancolía montevideana. Aguas marrones, espuma vainilla y el granito ramblero salpican en memorias distantes. Cuerpos con cabezas de paraguas van inclinados hacia un mate caliente y el pique del piano metálico y escurridizo arrastra tardes inhóspitas y rutinarias. El violín, eje transversal puro, con su cielo gris, oscurece mentes vulnerables mientras la trágica Playa Ramírez graba al perfil capitalino en memorias de doloroso granito que añoran pasados agridulces. Bustos de próceres mojados reflejan el brillo letrado que opacó instintos charrúas.
Comienza a abrir el cielo y las calles se transforman en espejos falaces. La metamorfosis urbana define siluetas inimaginables. Estampados escoceses y barbas negras invaden ciudad. Tajos blancos y grises ahora mutilan un cielo amarillo y planean soberbios una brisa que acaricia el ceño fruncido del observador pesimista.
En algún momento, José apretó las muelas y el gatillo al mismo tiempo. Los minutos previos abarcaron horas de memorias amargas ya demasiado arraigadas a una existencia condenada. La luz al final del túnel se vio el instante antes del estallido. La paz y libertad que presagiaba el accionar del dedo aplacó el sufrimiento de años. Alcanzó a oler la pólvora y murió en una tranquilidad inocente y casi infantil.
Desde aquella otra tarde de invierno en que dejó de conocerse, nunca estuvo en paz con sus pensamientos y decisiones y se volvió incapaz de controlar sus momentos. No podía tomar decisiones de las que se sintiera satisfecho. Vivía en el arrepentimiento y el cuestionamiento. Sentía que se dejaba llevar demasiado por lo que le dictaba su conciencia en el momento y que no pensaba suficiente en las repercusiones.
Lo azotaba una pesadilla recurrente en la que sentía un cono incrustado en su sien que le impedía pensar como el resto de los mortales. No alcanzaba a verlo. La gente tampoco. Pensaba que era el pico de un tucán endemoniado que le inyectaba babas corrosivas en el cerebro. Esa pesadilla fue invadiendo su conciencia despierta. Casi veía el ojo aterrador del tucán incrustado. De a poco empezó a escuchar el aletear del bicho que lo torturaba. Luego de un tiempo el aleteo se volvió constante. A veces no alcanzaba a oír lo que le decía la gente. El bicho lo fue alejando de la sociedad. Intentaba quitárselo pero sus manos le mentían indicando que el ave maldito no existía.
Superado, se acostaba en su cama a mirar la mancha de humedad en su techo. Llegó a verla crecer e ir apoderándose de su techo, y luego sus paredes. Le intrigaba lo que sucedería el día en que la mancha se apoderara de toda su habitación. A veces soñaba con que una vez que se formara la burbuja de musgo alrededor de él, se le crearía un universo personal sin tucanes ni aleteos que jamás querría dejar. En el momento en que lo rodeó la inexorable caja de humedad y comenzó a sentir un frío óseo. El aleteo se intensificó en un zumbido que casi lo cegó. Intentó abrir la puerta. No pudo. A ciegas abrió el cajón, juntó coraje y apretó muelas y gatillo. Una gaviota levanta vuelo de una piedra que jamás volverá a visitar. "